domingo, 17 de abril de 2011

Tres son multitud




Hace casi un año que salgo con dos hombres a la misma vez. Es complicado a la hora de decidirse con quien estar pero en mi caso no se trata solo de decisiones.
Al primero lo conocí por un amigo en común que teniamos y de mi parte no fue amor a primera vista pero comenzamos a entablar una relación que fue convirtiendose de a poco en una gran amistad. Nos veiamos seguido y cada vez pasábamos mas y mas horas juntos, hablando, compartiendo mates, conversando de música, filosofando sobre amor, política, y sobre la vida misma. De juntarnos por la tarde pasamos a seguir hablando por la noche, a compartir mucho tiempo de nuestros días y largas horas de estar el uno con el otro hasta amanecer. Si no estábamos juntos nos encontrábamos en el chat. Si no iba a su casa, él venia a la mía. Eso, que comenzó como una pequeña amistad se fue convirtiendo, para alegría de ambos, en un tierno encuentro, en fogosas noches donde nos encontraba la pasión y la satisfacción de dos cuerpos unidos por el amor. Fue así como se fueron dando las cosas. Después llego todo lo demás. Le pusimos nombre a la relación, íbamos juntos para todos lados, nos preparábamos la cena, nos llevábamos el desayuno a la cama, hacíamos todo juntos. Un cepillo de dientes mio en su casa, cuatro prendas de ropa en un cajón que vació para mi, un pijama rosa debajo de su almohada y de a poco nos encontramos con nosotros dos viviendo en la misma casa. Y felices por eso. Es el hombre perfecto para mi. Si bien es medio vago a la hr de pelar una papa o hacer la cama, lo hacemos juntos, compartimos las tareas, no porque a él le guste hacerlo sino porque es una manera de estar conmigo. Si cocino, cuando lo hago, el me ceba mates. En los días en que el arte culinario se apodera de mi y preparo para él exquisiteces caseras, el sonríe, me besa en la frente y me dice: Sos maravillosa conmigo amor!
Cuando sale temprano del trabajo me va a buscar al mío, a veces con una flor, a veces no. Vamos juntos al cine, hacemos viajecitos a las sierras, jugamos cartas, dormimos siesta abrazados, vemos películas en casa acurrucados en el sillón. Él sabe cuando no estoy en mis mejores días y yo se cuando su humor no es el mejor. Y lo aceptamos. No tenemos muchas discusiones pero sabemos como resolverlas y alguno de los dos cede, nos abrazamos, nos besamos y el enojo desaparece. Después de todo no hay nada mejor que las reconciliaciones. Él me hace sentir que soy la mujer de su vida, que quiere estar conmigo siempre. Me hace sentir amada.
Al segundo hombre con el que comparto mi vida lo conocí poco después de mudarme con el primero. No se como llegamos a estar juntos porque nos llevamos terriblemente mal. Yo siento hacia él una atracción inmensa. Me quedo mirándolo, estática, perpleja ante su belleza. Tiene unos ojos que me convencen de que podría seguir amándolo una eternidad. Y sin embargo su carácter, ese que él dice que tiene desde que lo conozco y que no puede (ni quiere) cambiar, me logra disuadir de estar con él un solo minuto mas. Lo que me atrae de él es lo mismo que me aleja. Él es independiente, solitario, interesante, inteligente. Con él puedo hablar de todo pero no me siento contenida en absoluto. Es presumido y egoísta, su vida es él mismo y su mundo. Se olvida de mi cuando quiere encontrarse con su soledad. Y cuando estoy con él, sus nervios están de punta. Lo sé porque está irritable, tiene problemas para dormir, se molesta ante la mínima palabra que le diga que él considere fuera de lugar. No tengo ni la absoluta idea de que decir ni como que no altere su delicado humor. Hasta llegó a decirme que con su antigua relación no discutía casi nunca porque ella lo conocía tanto que no le daba cabida a sus "locuras temporales". Lo bueno sería que él aprenda a conocerme a mi y entender que yo también soy como soy desde siempre y que lo que digo y hago no es para provocar su ira. A veces no es fácil convivir con personas que se comportan así.
No se porque estamos juntos. Él no es feliz conmigo. Me lo dijo, me lo hizo entender y me lo hace sentir cuando estamos juntos. No se siente atraído por mi, ni le gusta como soy. No es cariñoso, no busca besarme. Ni yo a él. Y para qué decírselo! Pone el grito en el cielo cada vez que intento decirle que hemos perdido esa pimienta que teníamos, que se perdió el romanticismo y la pasión de dos amantes enamorados.
Cuando le quiero contar de mi día, me sale con otras cosas. No tiene proyectos conmigo, no le intereso, no se interesa por lo que tenga para contarle. Él no bromea conmigo, se burla de mi. Hay veces que siento que el solo hecho de estar ahí, con él, le molesta. Y no lo culpo. No es tan fácil convivir conmigo. Sin embargo uno está y me contiene y el otro se pone a la defensiva.
Es difícil que se logre entender como puedo estar con dos personas tan opuestas entre sí. Pero el hecho de estar con una me implica estar con la otra. No puedo elegir y no puedo quedarme sin ninguno de los dos. Perder a uno sería quedarme sin el otro. Extraño drama en el que me encuentro envuelta.
Mi forma de ser también es un tanto especial. Con uno soy una mujer dulce, apasionada, me arreglo para él porque además me siento con ganas de que me vea bonita y hacerle sentir cuanto lo amo y lo importante que es para mi. Con el otro no puedo dejar de mirar la puerta para salir corriendo y huir, lejos. Y hasta le haría un favor porque con él me convierto en una persona irónica. Grito, digo cosas de las que sé que después me voy a arrepentir. Me siento terriblemente miserable. Soy dos mujeres en una, saliendo con dos hombres que son dos polos opuestos. Y aun así, no tengo elección.
Si se tratara de opciones, eligiría ser la que soy sin temer por lo que digo, por como lo digo. Demostrar mi mal humor y contar que tuve un mal día sin que el otro crea que es con él. Ser expresiva, cariñosa, mimarlo el tiempo que sea necesario a ese hombre que es mi compañero, que me escucha, me entiende y me hace sentir mujer. Ir en busca de él sin esperar invitación. Pero no puedo. No es esa una opción. Porque cuando voy a su encuentro, nunca se quien de los dos me va a estar esperando. Porque los dos hombres de los que hablo, son la misma persona.